pareja tomada de la mano

Foto de portada por stylemepretty

Todas las relaciones humanas están construidas por distintos valores, valores que son el reflejo de lo que cada uno somos como individuos y a su vez, lo que cada uno es como persona, refleja mucho de lo que vivimos,  la forma en que nos educaron y también de lo que elegimos, es decir, las decisiones que tomamos día con día. Todo esto es lo que va formando nuestra esencia, nuestra personalidad y carácter, desde que nacemos hasta el día en que morimos.

 La ética es una palabra que muchas personas creen que solo se escucha en la escuela como parte de una de las clases más aburridas, sin embargo,  es un tema que debería ser vital para todos y que si bien, hoy por hoy, no se encuentra del todo presente como tema cotidiano en las reuniones familiares, en las fiestas o en el lugar de trabajo, por lo menos deberíamos considerarlo para aplicarlo en nuestra vida diaria y para nuestro crecimiento personal.

La ética es una rama de la filosofía que se encarga de analizar o estudiar la conducta humana dentro de una sociedad, pero bien ¿qué tiene que ver la ética conmigo? O en todo caso, ¿qué tiene que ver la ética con el amor?, pues lo tiene todo que ver. Así es, aunque no lo creas, la ética, que también está relacionada con la moral, ha servido para establecer ciertas normas que nos han permitido mantener una convivencia, si no de excelencia, al menos sí dentro de cierto rango considerable que ha permitido una estabilidad de orden social ya que, tanto la ética como la moral, están respaldadas o atadas a otra serie de virtudes y valores como el respeto, la lealtad, la honestidad, la justicia, entre otros y si somos observadores, son estas mismas virtudes y valores las que se relacionan con cualquier tipo de manifestación afectiva o amorosa, llámese amor de pareja, amistad, amor familiar, etcétera.

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Una filósofa española llamada Adela Cortina, habla sobre como es que la ética y la moral son intersubjetivas, en otras palabras, se refiere a que se construyen entre los sujetos o personas y que si bien, tomamos como cierta esta premisa, entonces nos lleva a pensar justamente en cómo es que nos conducimos con otros, cómo es que actuamos con nuestra pareja, con nuestros amigos o con las demás personas en general para establecer lo que es ético y lo que no lo es, lo que es bueno y malo.

No hay quien no busque ser feliz en esta vida, por lo que no hay quien no desee ser tratado con respeto, honestidad, consideración, así como no hay quien no desee amor y con base en esto, podríamos decir que lejos de pensar en que “debemos dar para recibir”, deberíamos ir a algo más profundo y llegar a lo que es ético, pensando en que todos debemos ser tratados con justicia, con respeto, con consideración, no basándonos en si es bueno o malo, sino en que lo merecemos porque es justo.

Este tipo de actos se convierten en hábitos, en formas de pensar y de actuar, lo cual se transmite, como ya dijimos, mediante la relación e interacción que tenemos con otros y por lo tanto es así como podemos compartir con el resto, amigos, pareja, familia y sociedad, algo que genere hechos o efectos positivos y sobre todo que se vean manifestados en buenas acciones.

Después de analizar, muy superficialmente, lo anterior, podemos decir entonces que quien actúa con ética actúa con amor o viceversa, quien actúe con amor puede estar actuando también éticamente, ya que cuando uno pone en práctica una de las dos cosas, trae consigo intenciones reales que buscan un bienestar, ya sea para uno mismo o para quien se tiene en frente y partiendo de eso entonces reconsideraremos el punto del que iniciamos: las acciones y las decisiones que tomamos son lo que nos llevará a ser quienes somos.

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