Foto de portada por vogue.com

El sábado pasado amanecimos con una historia de amor que ha dado la vuelta al mundo; por supuesto nos referimos a la boda real de los ahora duques de Sussex.

Años atrás, cuando se conocieron por una cita a ciegas que organizó una amiga en común, jamás imaginarían que serían el uno para el otro y meses después de un emotivo romance que parece ser sacado de un cuento de hadas llegarían al altar.

La capilla del Saint George, testigo principal de la unión real, fue el punto de reunión de más de 200 invitados, entre ellos, celebridades y personalidades de la realeza que esperaban con ansia la llegada de los novios.

El primero en llegar al lugar fue el Príncipe Harry acompañado de su hermano William, que lució el uniforme de gala del ejército del aire de su país, confeccionado por el diseñador Savile Row. Él, al entrar al recinto, se le veía más enamorado que nunca; minutos más tarde la actriz afroamericana arribó a la capilla en donde cientos de fieles seguidores británicos la esperaban inquietos.

¡Por fin, el momento esperado por todos, se acercaba!

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Al bajar del auto Meghan respondería en silencio todas las preguntas acerca del outfit real, no había más dudas: la Duquesa de Sussex lucía un hermoso vestido de novia minimalista de la casa de moda de alta costura Givenchy, en el que dejaba al descubierto una pequeña parte de sus hombros; su hermoso velo medía cinco metros de largo y en él se encontraban cincuenta y tres flores bordadas a mano que hacían referencia a los países que conforman la Commonwealth; sin embargo Meghan quiso añadir dos flores más: la flor de Macasar, que crece en el castillo de Kensington y una flor que recordaría sus orígenes, la Amapola Californiana.

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Meghan rompió con todos los protocolos reales ya que en lugar de portar la tiara y joyas de Lady Di, optó por utilizar la tiara de plata y diamantes que en su momento perteneció a la Reina Mary, decidiendo lucir accesorios de Cartier.

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En un look completamente natural y romántico Meghan caminó hacia al altar una parte sola y una parte acompañada por el Príncipe Carlos ya que su padre biológico por motivos de salud no pudo estar presente en tal acontecimiento.

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Al encontrarse con su príncipe millones de personas fuimos testigos del tierno momento en el que Harry pronunció las siguientes palabras para ella: “You look amazing, I´m so lucky”; para después intercambiar sus votos matrimoniales y escuchar el “I will” de ambos.

Foto: Time

A las afueras de la capilla cientos de británicos esperaban la salida de los duques de Sussex, quienes nos regalaron la estampa más romántica que pudiéramos imaginar: un beso real enmarcado por el impresionante arco floral que adornaba la capilla de Saint George.

Minutos más tarde, para seguir con la tradición real, la pareja partió hacia el Castillo de Windsor en un carruaje guiado por caballos pedigree en el que aprovecharon para saludar a la comunidad británica que festejaba su enlace matrimonial.

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Para la recepción en Frogmore, al sur de Windsor, se vio a la duquesa con un diseño de Stella McCartney y un anillo “aguamarina” que su príncipe le obsequio como regalo de bodas que en su momento perteneció a Lady Di, mientras que Harry lució un traje negro convencional.

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Cabe mencionar que el ramo floral de la novia fue un homenaje a Diana de Gales, debido a que fue elaborado con sus flores favoritas: ” no me olvides”. Fuentes cercanas a la realeza aseguran que el mismo Harry las recogió del castillo de Kensington, ¿romántico, no?

No nos quedan más dudas, los sueños se vuelven realidad. ¿Lista para escribir el tuyo?.

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